Sobre esto, "cómo ser padre, cómo ser madre", los profesionales que nos dedicamos a dar servicios en esta línea para las familias venimos haciendo muchas cosas mal. Como si tratar de mirarse y valorar qué cambios quiero / puedo hacer para adaptarme a lo que han cambiado (por suerte y por desgracia), la maternidad y la parentalidad.
Libros de autoayuda, que no ayudan nada: primero por poco prácticos, segundo por ideales que suelen quedarse aparcados cuando acabas el libro, sin saber cómo llevar a la práctica lo que te ha convencido de esa lectura.
Psicólogos clínicos y manuales diagnósticos que no siempre consiguen distinguir lo "normal" de lo patológico, porque en realidad esa primera palabra es terrible. Y pautas que sin la guía y acompañamiento de un terapeuta con las cosas muy claras sobre el apego, pueden generar mucho daño, como el método Estivill.
Escuelas de padres, como si alguien pudiera enseñarte a serlo, y como si no hubiera más madres que padres en este tipo de espacios.
No hace mucho, en una jornada interprofesional a la que asistí, una catedrática que daba la ponencia sentenció: que el gran fallo de las escuelas de padres, es que muchas veces el profesional, ni es padre, ni madre, no tiene hijes, vaya.
Aunque entiendo lo que quiere decir, no estoy nada de acuerdo, puesto que no todos los pediatras tienen por qué tener familia de esta manera para conocer los procesos de la salud de lxs menores. Al igual que un terapeuta, educador, o profesional que trabaja por la salud y el bienestar de sus pacientes o usuarios en diferentes servicios, no tiene que conocer de primera mano o haber experimentado todos procesos por los que va a acompañarles. Siempre pongo de ejemplo, un poco grueso, lo admito, aunque claro, a lxs oncólogxs.
Pero entonces, sin hundirnos más en todo lo que falla, ¿qué se necesita en un espacio como el que anteriormente llamábamos escuelas para padres?
Desde el papel como psicoterapeuta infantojuvenil, y del de mujer trabajadora, hija que ha vivido y tiene reciente una crianza y una vivencia del apego, una adolescencia difícil y un desarrollo que no me pilla tan lejos, gracias a no haberme olvidado de lo que es ser niña, al no ser madre aún probablemente, qué les cuento (¿con qué derecho?) a mis padres y madres en este espacio:
Una nueva conceptualización de la maternidad y la paternidad está aquí para quedarse. Existen tantas nuevas opciones de familia que a veces nos cuesta incluso imaginarlas todas.
Para empezar, comprender que no son cursos para enseñar a nadie a desempeñar un rol cuyo eje principal debiera ser el afecto, no ninguna habilidad. Sino un lugar donde compartir y reflexionar juntes, sobre una nueva etapa de nuestra vida en la que enfocaremos nuestros esfuerzos por asegurar el pleno y feliz desarrollo de los que sean los menores a nuestro cargo, sean hijes, biológicxs o no, nietxs... Y es que la vida ha cambiado mucho desde que nuestro padre nos decía, "cuando seas padre, comerás huevos".
>>La mitad de las madres y padres que conozco se están planteando ser veganos.<<
Fuera de chistes, os contaré un poco entonces como entiendo yo el espacio para madres y padres que gestiono y qué conceptos creo que debería ser fundamental trabajar juntas.
Para empezar por supuesto, hablamos sobre qué es eso de la parentalidad positiva, y damos los conceptos teóricos básicos de rigor. Y luego me remango y destapo el pastel sobre esta No escuela para padres.
Como ya he comentado, soy psicoterapeuta, y trabajo con un gran número de madres, padres, y niñes, que traen al servicio de asesoramiento todo tipo de consultas relacionadas con el desarrollo y la conducta de sus hijes. En consulta, trabajamos por comprender qué está ocurriendo, y dar pautas para el manejo de esas situaciones desde una conducta parental respetuosa, no violenta, responsable (frente a un rol parental tradicional autoritario), que promueva el desarrollo y bienestar del menor; que en definitiva es lo que buscan todas las madres y padres.
Cuando unos padres acuden por las rabietas de su hije, por supuesto valoramos si este es un comportamiento normal o no para la edad del niñe, teniendo en cuenta la frecuencia, intensidad y duración de estos episodios, porque al fin y al cabo ese es el trabajo que hacemos en evaluación clínica, entre otras muchas cosas. Analizamos qué hacen los padres cuando esto ocurre, cómo reaccionan, para valorar qué respuesta podemos modificar en los padres, y qué habilidades podemos trabajar en ellos y con el menor. Pero después de muchos casos similares, les pregunto a los padres, "y tú qué haces cuando te enfadas". Y nos encontramos, en muchas ocasiones, que la respuesta de desafío, reto, inexpresión emocional, o por contra de explosión, por la que vienen a consulta, por su hije, es la misma que ellos tienen. "¿Por qué te marchas y no hablas a tu pareja cuando te enfadas" - "necesito mi espacio para calmarme". Entonces entiende que su hijo, se marcha y no habla con ella, porque ha aprendido esta conducta de ella, y porque en realidad, es una manera de gestionar su emoción, y quizá esta conducta no es tal problema como pensaban.
Padres que quieren educar a sus hijes en la no violencia, el respeto, la asertividad, y que acuden por un menor que tiene fuertes explosiones de ira, que no sabe controlar. Por supuesto, preocupa mucho a sus padres. Tras tratar de trabajar con el menor diferentes técnicas de autocontrol, ninguna puede funcionar porque el niño ni si quiera admite que está enfadado. "¿Cómo os relacionáis vosotros con vuestro enfado?". Lo rechazan. Lo evitan, lo tapan, lo entierran, hasta que estos mismos papás que dan una vital importancia a la asertividad, de tanto guardar, explotan. Este es el modelo de gestión emocional que aprende este peque: "El enfado es malo, no lo quiero, no lo admito, lo guardo. Hasta que exploto. Me siento mal, porque me he enfadado y he explotado, yo no quiero, y más lo rechazo".
Aunque en otra entrada hablaré sobre nuestra amiga la ira y su mala fama, pongo estos ejemplos porque es de esta experiencia clínica de la que se derivan los aprendizajes prácticos que trato de trabajar con las madres y padres del espacio de parentalidad positiva.
Esto es lo que hacemos con las familias que acuden al espacio, no tanto dar pautas o recetas para sus hijes, sino darle la vuelta a la mirada para ponerla en ellas y ellos mismos, en el adulto, y aprender a verse, y cuidarse, para atender mejor las necesidades de sus hijes.
En un lugar para compartir aprendizajes de las distintas experiencias de las madres y padres que participan, estructuramos también algunos temas desde esta perspectiva práctica y de prevención a partir de la experiencia clínica y el conocimiento basado en la evidencia, que es al final lo que podemos y debemos aportar los profesionales. Nada más. Siempre, en un ambiente de colaboración, cuidado y escucha. Nunca desde un paternalismo clínico que te dice que sabe mejor que tú lo que tienes que hacer.
Esto es lo que precisan los espacios anteriormente conocidos como "Escuelas de padres", alejarse de esa tradición condescendiente en que un profesional, por estudiado, clínico, o padre, decía a madres y padres lo que tenían que hacer, lo que no hacen bien. Para ofrecer un lugar de aprendizaje conjunto donde promover la reflexión, recursos y herramientas, para acercarnos cada vez más a un ejercicio de la parentalidad positiva, con el foco en el interés superior del niño, que cuida con afecto, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación, incluyendo por supuesto en esta difícil tarea el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niñe.
También un lugar de apoyo entre cuidadores, donde nazcan redes de apoyo, tribu, pues esta labor necesita de compartir cargas y cuidarnos.
Te animo a explorar los espacios de lactancia, grupos de madres, escuelas de parentalidad o encuentros similares en tu zona, tu barrio, pues esto es lo primero que deberían recuperar las nuevas maternidades y parentalidades si pretendemos tener una vivencia diferente, quizá más enriquecedora, y ojalá con mayor salud que anteriores generaciones: la red de apoyo en nuestra comunidad.
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